¿Lo que decís con las palabras es congruente con lo que decís con el cuerpo? Que lo sea es una condición y no una elección.
Cómo des tu mensaje o discurso es tan importante como lo que decís. ¿Por qué? Porque tu lenguaje corporal, tonos, volumen, pausas y vocalización es lo que queda grabado en las emociones de quienes te escuchan y definen si lográs persuadir a quienes te dirigís, o corrés el riesgo de que olviden lo que decís, y hasta indiferencia o rechazo hacia tu mensaje o persona.
Hay quienes creen que no importan las formas. Para argumentarlo, recuerdan a Demóstenes, uno de los padres de la oratoria que, aun siendo tartamudo, se convirtió en un ícono de cómo hablar en público. Lo cierto es que Demóstenes eligió su estilo y acompañó con esfuerzo: estudió y practicó hasta convertirse en uno de los mejores alumnos de Aristóteles. El político de Atenas logró destacarse entrenando y tomó su propio camino en el lenguaje corporal. Sabía qué quería decir, estudiaba a las audiencias y pensaba los detalles de cómo decirlo.
Por todo esto, te propongo trabajar, antes que nada, en que sepas quién sos, y elegir qué rasgos de personalidad y características propias, querés reforzar y poner en valor, comunicar en cualquiera de los aspectos de la vida pública a la que pertenezcas.
Luego, podremos entrenar tus discursos oral y corporal sin salir de la columna vertebral que nos convoca: tu identidad.
Entrenaremos para potenciar tu comunicación y también para que sientas comodidad y seguridad al hablar en público, pues cuando una persona está impostando o se siente incómoda, no logra transmitir nada positivo.
Además, veremos que en todos los casos tu vestimenta es importante y debe relacionarse con vos, pero también con tu audiencia y el lugar en donde estés o trabajes.
Tomemos como ejemplo el caso de “Pepe” Mujica, el político y ex presidente uruguayo. Su atuendo es simple, a veces desalineado, el de una persona sin estridencias, que valora la “sencillez”. Y esa es su característica, refleja su modo de ser y de vivir, su identidad. Sin embargo, cuando Mujica fue a dar un discurso en las Naciones Unidas, se vistió de traje, se adecuó al protocolo. A su estilo, pero lo hizo.
Así como es fundamental el mensaje/contenido que se comunica, las estadísticas revelan una información a tener en cuenta. La regla 55-38-7 refleja que sólo el 7 por ciento del potencial de la comunicación recae en las palabras (lenguaje verbal), el resto, en el lenguaje corporal (55%), y en el lenguaje paraverbal o uso de la voz (38%).
En nuestros entrenamientos podrás descubrir y afianzar tu estilo.
¿Lo que decís con las palabras es congruente con lo que decís con el cuerpo? Que lo sea es una condición y no una elección.
Cómo des tu mensaje o discurso es tan importante como lo que decís. ¿Por qué? Porque tu lenguaje corporal, tonos, volumen, pausas y vocalización es lo que queda grabado en las emociones de quienes te escuchan y definen si lográs persuadir a quienes te dirigís, o corrés el riesgo de que olviden lo que decís, y hasta indiferencia o rechazo hacia tu mensaje o persona.
Hay quienes creen que no importan las formas. Para argumentarlo, recuerdan a Demóstenes, uno de los padres de la oratoria que, aun siendo tartamudo, se convirtió en un ícono de cómo hablar en público. Lo cierto es que Demóstenes eligió su estilo y acompañó con esfuerzo: estudió y practicó hasta convertirse en uno de los mejores alumnos de Aristóteles. El político de Atenas logró destacarse entrenando y tomó su propio camino en el lenguaje corporal. Sabía qué quería decir, estudiaba a las audiencias y pensaba los detalles de cómo decirlo.
Por todo esto, te propongo trabajar, antes que nada, en que sepas quién sos, y elegir qué rasgos de personalidad y características propias, querés reforzar y poner en valor, comunicar en cualquiera de los aspectos de la vida pública a la que pertenezcas.
Luego, podremos entrenar tus discursos oral y corporal sin salir de la columna vertebral que nos convoca: tu identidad.
Entrenaremos para potenciar tu comunicación y también para que sientas comodidad y seguridad al hablar en público, pues cuando una persona está impostando o se siente incómoda, no logra transmitir nada positivo.
Además, veremos que en todos los casos tu vestimenta es importante y debe relacionarse con vos, pero también con tu audiencia y el lugar en donde estés o trabajes.
Tomemos como ejemplo el caso de “Pepe” Mujica, el político y ex presidente uruguayo. Su atuendo es simple, a veces desalineado, el de una persona sin estridencias, que valora la “sencillez”. Y esa es su característica, refleja su modo de ser y de vivir, su identidad. Sin embargo, cuando Mujica fue a dar un discurso en las Naciones Unidas, se vistió de traje, se adecuó al protocolo. A su estilo, pero lo hizo.
Así como es fundamental el mensaje/contenido que se comunica, las estadísticas revelan una información a tener en cuenta. La regla 55-38-7 refleja que sólo el 7 por ciento del potencial de la comunicación recae en las palabras (lenguaje verbal), el resto, en el lenguaje corporal (55%), y en el lenguaje paraverbal o uso de la voz (38%).
En nuestros entrenamientos podrás descubrir y afianzar tu estilo.