Hola, soy Nora Palancio Zapiola. Periodista, asesora, y coach de oratoria y comunicación.
Mi historia profesional comenzó en un pueblo pequeño de la provincia de Buenos Aires cuando tenía 13 años. En la sede del Concejo Deliberante (legisladores locales), una vez por semana, tomaba notas en un cuaderno de lo que discutían los representantes de cada partido político.
Mi padre era periodista y el dueño de uno de los dos periódicos del pueblo. Si él estaba cerrando una edición de “El Popular”, al llegar, yo le dictaba las notas que había tomado para que escribiera su artículo. A veces hacía mis propias notas, escritas a mano, y las llevaba a “El Pueblo”, el otro periódico, que era, hay que decirlo, más leído que el de mi papá.
Hasta que llegó el día en el que escribí en mi cuaderno: “Voy a ser periodista”, y lo escondí para que fuera mi secreto. Sabía que iba a lograrlo.
A los 18 años, ya en Buenos Aires, pude cumplir mi deseo. Sin contacto alguno, fui a una revista conocida, me presenté, le expliqué al director que “quería escribir una nota”. Hablé del tema que me interesaba y me dio una oportunidad. La sorpresa más grande fue cuando agregó que me pagarían
–“¿Van a pagarme?”, pregunté, emocionada. –“Claro”, sonrió el periodista, un empresario.
Al poco tiempo conseguí un espacio en una radio y ya nada me detuvo. Pasé por casi todos los diarios nacionales, trabajé en radios y en televisión.
Claro que, en el medio, estudié para obtener la teoría, porque, a decir verdad, el periodismo es un oficio que se practica.
Con los años comencé a hacer prensa y asesoría de comunicación y, entre otras cosas, a trabajar en política. Y así, fue, casi sin darme cuenta, que devine en entrenadora de oratoria y de imagen.
Mientras cursaba una diplomatura en Comunicación, estudié para profundizar en los lenguajes verbal y no verbal, y en la construcción de mensajes y discursos.
Así fue como le encontré otra vuelta apasionante a mi carrera: además de ser asesora en estrategias de comunicación, soy coach de oratoria e imagen.
¿Qué es lo que me distingue para hacer este trabajo? Mi intuición para detectar el don de las personas –lo más propio y singular–, la frescura y capacidad de encontrar y trabajar con la esencia e identidad de cada una.
Aprendí que, sin autenticidad, no hay carisma ni esfuerzo que valga.